top of page

Cuaderno de apuntes

Textos de obra reciente

1.- Estrategia de Producción.

Tomando en cuenta el contexto del arte contemporáneo chileno y la falta de recursos económicos al egresar de la carrera de artes, comencé desde el año dos mil a realizar operaciones de bajo presupuesto, que al mismo tiempo se proponían -en un principio- escapar de la producción tradicional de la pintura. Sin embargo, éstas mantenían el diálogo con ella, reflexionando acerca del propio ejercicio pictórico, a través, por ejemplo, de la utilización de los materiales que le dan soporte y movilidad (bastidor, lienzo), como también a través de una ejecución que mantenía el principio artesanal de lo hecho a mano. Desde ahí es que surgen las primeras direcciones de mi obra reciente. Por una lado, la problematización y puesta en escena de la noción de “bajo presupuesto” como un dispositivo de producción de obra en sí mismo. Por otro, una progresiva revisión acerca del soporte de obra y su movilidad. Con una ejecución basada en la propia mano de obra, que fue exacerbando un hacer rotundamente artesanal, a través de gestos manual-mecánicos exhaustivamente repetitivos.

 

En el fondo lo que  intenté a poner en cuestión desde estos nuevos planteamientos de obra, fue la -propia- creencia en el arte, desarrollando un cuerpo de obra que oscila entre la idea del arte como un ejercicio trascendente o incluso sacro, versus su versión de utilería, esto es, tomando el arte como una falsa promesa, un ejercicio cínico y desacralizador incluso desechable.

 

¿Qué es lo que todavía nos mueve a crear otra obra de arte sobre todo pensando en el contexto del arte contemporáneo (chileno), o de la producción visual global (mucho más allá de la era de la reproductibilidad técnica), que produce una sobrepoblación de imágenes con tal rapidez que somos incapaces de asumirlas?

 

¿Cuáles son las (in)utilidades que representa hacer arte hoy en Chile, de persistir de forma comprometida en una disciplina artística, dentro del contexto de arte contemporáneo chileno y sus deficiencias, que parecieran exigir mucho y dar muy poco a cambio, esto último, tomando en cuenta el reducido o casi inexistente mercado y coleccionismo de arte contemporáneo en Chile, así como el prácticamente nulo campo laboral estrictamente para el arte?

¿Cómo sobrellevar la voluntad artística y conjugarla a las reglas del juego que se imponen en un contexto de competencias?

¿Es el arte a estas alturas un ejercicio trascendente, o una mercancía desechable más de mercado?

¿Podríamos considerar la producción de arte contemporáneo como ocio o como negocio?

 

Sin duda cada artista responderá a estas preguntas desde sus inquietudes y obsesiones personales. Tal vez lo que subyace en el intento de contestarla, es el rol o definición que cada artista le da al arte. Justamente tratar de dar esta definición de lo que el arte es, o cuál es su rol, sugiere un campo movedizo, ambiguo, ético y estético, puro e impuro, un punto desenfocado que no puede ser alcanzado del todo, que se mueve entre las pulsiones personales y la comunicación universal, entre lo visceral y conceptual, entre discurso y praxis, entre certidumbres e incertidumbres, etc. Y cada vez que se sugiere un posible punto de definición, al instante vuelve a desenfocarse, aludiendo a nuevas posibilidades, pues definirlo del todo sería tal vez quitarle algo de su principio de libertad.

De esta forma, como artista me he situado en esta oscilación; entre creer por un lado en una creación genuina, comprometida y trascendente, o bien por otro, tomar el arte como un bluff, es decir, como una cínica representación para erigir una aspiracional carrera artística que me llevara a solventar de alguna forma mi condición como sujeto social. Al observar las deficientes condiciones del artista local (en comparación con sistemas más desarrollados), comencé a entender el arte como un acto de fe, y al mismo tiempo como una PYME o micro empresa; un negocio.

Esta oscilación conllevó inicialmente lo uno y lo otro: por un lado, invertir los capitales con que contaba: básicamente el conocimiento académico adquirido y la propia mano de obra. Pero por otro, a mantener el compromiso con la creación, lo que me llevó dentro del desarrollo de mi obra última, a un hallazgo sorprendente que volcó sin proponérmelo (al menos conscientemente) mi obra a una dimensión nueva, con un claro e imprevisto énfasis sacro. Me refiero a los Mandalas.

Éstos me introdujeron, sin buscarlo, en un sacro oficio (sacrificio), en cuanto, me entregaron un espacio de introversión y meditación que me devolvió a los centros de la existencia interior, lejos de los prejuicios y exigencias externas. Es un lugar íntimo e intocable, que me ha llevado a estar con los cinco sentidos completamente presente. No obstante, más allá de entender el proceso como una terapia personal, la obra mantiene al mismo tiempo las estrategias anteriores y es expuesta dentro de los circuitos de arte contemporáneo, quedando a merced del dominio público, y de la compleja trama de referencias propios del lenguaje y sus hegemonías.

 

En síntesis, el planteamiento de mi obra reciente toma como punto de partida el problema de la producción de arte contemporáneo, a través del propio ejercicio artístico, desarrollando progresivamente una estrategia de producción de bajo presupuesto, basada en un contexto económico adverso y de competencia.

 

Dicha estrategia se basa a su vez, en tres aspectos fundamentales; el soporte, la movilidad y la mano de obra. Son estos tres aspectos lo que progresivamente van abriendo las interrogantes acerca del supuesto estatus o trascendencia de la obra, versus su lado más utilitario y de baja cultura, produciendo una progresiva oscilación entre su condición de ejercicio cínico-sacro, o trascendente-desechable.

Ricardo Pizarro

Santiago 2015

bottom of page